Receta sencilla
Carbonada chilena, aprende a preparar este delicioso almuerzo tal como lo hacía tu abuela
Un plato criollo que reconforta el cuerpo y la memoria en los días más fríos.Cuando la temperatura baja y el viento golpea las ventanas, el aroma de una carbonada humeante puede convertirse en un viaje directo a la infancia. Este clásico de la cocina chilena no solo alimenta, sino que también conecta con una tradición de sabores caseros que muchas abuelas supieron perfeccionar.
Lejos de modas gourmet o ingredientes exóticos, la carbonada es un guiso que rescata lo esencial: ingredientes simples, nutritivos y al alcance de todos. Papas, zapallo, arroz, carne y verduras se combinan en una cocción lenta que transforma lo cotidiano en algo extraordinario. Cada casa le aporta su toque, pero la base sigue siendo la misma: amor y tiempo.
Un plato que atraviesa generaciones

La preparación de la carbonada suele comenzar con un buen sofrito. Cebolla, ajo, zanahoria y pimentón se cocinan hasta dorarse, liberando ese olor inconfundible que anuncia que algo rico viene en camino. Luego, la carne se sella y se le agregan los demás ingredientes, permitiendo que todo se cocine a fuego medio para lograr un caldo espeso y sabroso.
Lo particular de esta receta es su capacidad de adaptarse. Si no hay arvejas, se reemplazan con más porotos verdes. Si falta zapallo, se compensa con más papas. Y siempre, al final, una ramita de cilantro fresco o perejil picado puede elevar el plato y darle ese guiño verde tan característico de las cocinas familiares.
Más allá de su sabor, lo que convierte a la carbonada en un almuerzo inolvidable es el contexto: las mesas compartidas, las charlas entre cucharadas y la sensación de hogar. En muchos hogares chilenos, este plato es sinónimo de invierno, de abrigarse desde adentro y de recordar recetas pasadas de generación en generación.

Para quienes buscan reconectarse con la cocina de sus raíces, preparar una carbonada puede ser un buen punto de partida. No hace falta ser un experto ni contar con utensilios especiales. Solo ganas de cocinar con calma y disfrutar del proceso. Como lo hacía tu abuela, sin apuro y con dedicación.
En estos días fríos, una carbonada bien hecha puede ser mucho más que un almuerzo: puede ser un abrazo que sale de la olla y se sirve en plato hondo. Porque a veces, lo más simple es también lo más reconfortante.