Columna

[OPINIÓN] Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir

jueves, 4 de febrero de 2021 · 13:42

El pasado 30 de enero se aprobó en Argentina el aborto legal y el miércoles 13 de enero se comenzó a discutir en la cámara de diputados un proyecto para legalizar el aborto en Chile.

En nuestro país automaticamente comenzaron las controversias, entre las personas que celebraron este hito en Argentina y esperan que se repita en nuestro país y sus opositores, que aluden a que al aprobarlo habrá más abortos y es deber del Estado proteger la vida desde sus inicios. Joaquín Lavín afirmó que un proyecto así lo vetaría si fuera presidente y tantos otros políticos basaron sus declaraciones en sus propios valores y creencias personales.

Desde mi punto de vista estamos poniendo el foco en el lugar errado, ¿por qué?

El aborto es el síntoma de una falla. La educación sexual en la infancia temprana es escasa, mientras que en los colegios es casi inexistente, debido a que en Chile la influencia de la Iglesia Católica es muy fuerte, a pesar de que (en teoría) nuestro Estado es laico. Los jóvenes aprenden haciendo, literalmente, porque poco y nada se les enseña. Los espacios de reflexión son mínimos, abunda el tabú, los mitos y prohibiciones absurdas. Al punto de que muchas jóvenes han tenido sexo oral y anal antes que vaginal pensando que de esa manera siguen siendo vírgenes y por lo tanto cumpliendo el mandato social y familiar de ser “señoritas”.

Este es el problema real y de fondo aquí, que esas jóvenes que no saben tener una sexualidad responsable, porque no se les ha dado la libertad de tenerla. Luego cuando quedan embarazadas acuden a clínicas clandestinas o toman misotrol para interrumpir un embarazo no deseado. O la niña que es violada por su padre, abuelo, tío, primo o vecino y que debe practicarse un aborto arriesgando su vida, muchas veces antes de los 15 años.

Recién en ese momento como sociedad nos preocupamos, ¿no es mucha la hipocresía?

El aborto no es una elección, para nadie lo es. El aborto es una decisión que se toma al no ver o no tener otra alternativa. No conozco a ninguna mujer que se haya hecho un aborto por hobby o que haya tenido relaciones sexuales de riesgo pensando: “ah no importa, total después aborto”.

Soy psicóloga con 15 años de práctica clínica, me ha tocado acompañar la decisión de abortar y ser testigo de que nunca es una decisión fácil. He tenido amigas que han abortado, yo misma a los 26 años me hice un aborto y fue una experiencia espantosa que no repetiría. Es más, desde mi aborto he conversado con muchas mujeres invitándolas a pensarlo muy bien antes de tomar esta decisión, porque como ocurre cuando decides seguir con el embarazo, la interrupción voluntaria de un embarazo también te acompaña toda la vida. Al menos a mí,  15 años después y con 3 hijos nacidos, no hay día en que no me acuerde de esa vida que no fui capaz de recibir porque mis condiciones psíquicas de ese momento no me lo permitieron. No lo vivo con culpa, ya no. Pero durante mucho tiempo me recriminé y pasé por una larga depresión después de aquel episodio de mi vida.

Abortar es un duelo, no un pasatiempo, es una decisión que trae consigo dolor, no motivo de celebración.

Entendamos que el foco de la discusión sobre el aborto es que sea seguro, que deje de ser considerado delito, que una mujer tenga derecho a tomar esta difícil decisión sin ser tratada como delincuente, sin arriesgar su vida en el proceso.

Al contrario del prejuicio de que abortando aumentarán los abortos, pienso que podrían disminuir, si una mujer puede acudir a un equipo de profesionales que la guíen, la acompañen y la asistan en este momento tan vulnerable en el que se encuentra. Muchas veces ante la desesperación de estar solas, de no poder hablar con nadie del tema y ante el temor al rechazo y prejuicio social no se da la posibilidad de tomar una decisión más consciente, que considere distintos factores.

La penalización del aborto refleja, desde mi punto de vista, el doble estándar de nuestra sociedad que predica, pero no practica. Que dice ser provida, pero no protege a la infancia. Que dice querer defender los derechos de la mujer, pero la culpa a ella cuando es abusada. Que supuestamente legisla sobre violencia de género, pero no capacita a quienes reciben las denuncias por violencia intrafamiliar.

Seamos más congruentes, hagámonos cargo del problema, en lugar de poner toda la atención en el síntoma: Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir. No podría estar más de acuerdo.

 

Javiera Donoso

Psicóloga especialista en reparación emocional y temáticas de autocuidado y autoestima.

www.javieradonoso.com

 

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