Qué tipo de sombras debes evitar en los ojos para verte más joven, según una maquilladora experta

Muchas personas buscan en el maquillaje una herramienta para rejuvenecer su rostro. Sin embargo, no todos los productos o técnicas logran ese efecto deseado. Según la maquilladora profesional Alexandra Flavia, un error frecuente es recurrir a sombras de ojos oscuras, pensando que aportan intensidad, cuando en realidad pueden lograr el efecto contrario.

Los tonos como el negro, gris profundo o morado oscuro tienden a endurecer las facciones, remarcar líneas de expresión y dar una apariencia más apagada a los ojos. Esto se debe a que absorben la luz y hunden visualmente la mirada, una combinación que acentúa el cansancio y la edad.

Colores que sí rejuvenecen

En contraposición, los tonos claros y luminosos tienen el poder de suavizar el rostro. Sombras como beige, champagne, rosa claro o melocotón reflejan mejor la luz, agrandan visualmente los ojos y aportan frescura. “No se trata de renunciar a los colores intensos, sino de saber en qué zona y con qué técnica aplicarlos”, explica Flavia.

Un recurso útil es utilizar sombras marrones suaves para dar profundidad sin endurecer, y aplicar los tonos más claros en el centro del párpado móvil, el lagrimal y debajo del arco de la ceja. Estos puntos estratégicos permiten levantar la mirada y abrir los ojos visualmente.

No solo importa qué color se usa, sino cómo se aplica. La experta recomienda difuminar bien las sombras para evitar cortes bruscos, que envejecen el maquillaje. Un buen difuminado logra transiciones suaves y un efecto lifting natural, sin necesidad de recurrir a delineados pesados o técnicas complejas.

Pequeños gestos completan este efecto rejuvenecedor: un delineado fino y difuminado, máscara de pestañas que eleve la mirada y cejas definidas, pero no sobrecargadas. Además, preparar bien la piel del contorno de ojos con hidratación es clave para que el maquillaje se asiente bien y no resalte arrugas.

En el maquillaje para verse más joven, la clave está en la ligereza: menos producto, más luz. Elegir bien las sombras y aplicarlas con suavidad permite potenciar la mirada sin sobrecargarla. Así, el maquillaje deja de ser una máscara para convertirse en una herramienta de expresión y frescura.