Psicología

Estas son las 5 peores frases que un padre le puede decir a su hijo, según la psicología

Estas expresiones, muchas veces dichas en momentos de enojo o frustración, dejan huellas invisibles, pero persistentes.
sábado, 3 de mayo de 2025 · 22:00

Criar a un hijo implica cuidar no solo su bienestar físico, sino también su mundo emocional. En ese proceso, la palabra tiene un poder inmenso, y cada frase que un adulto le dice a un niño puede marcarlo de por vida. Según la psicología del desarrollo, una frase como “no sirves para nada” no solo hiere el autoestima del niño, sino que instala un patrón de pensamiento negativo que puede acompañarlo hasta la adultez.

Estas son las 5 peores frases para un hijo

Otra frase dañina, señalada por psicólogos clínicos, es “ojalá no hubieras nacido”. Puede generar un impacto profundo en la identidad del niño. Más allá del contexto o la intención con que se pronuncie, escuchar algo así de una figura de referencia destruye cualquier sentimiento de pertenencia y aceptación. La infancia necesita afirmación, presencia y validación, y este tipo de comentarios invalidan emocionalmente al niño, dejándolo con la sensación de que su existencia molesta.

El llanto infantil muchas veces es reprimido con una frase que parece inofensiva: “deja de llorar, no es para tanto”. Sin embargo, según la psicología en inteligencia emocional, esta frase enseña a los niños a desconectarse de sus emociones. El mensaje que se transmite es que sentir está mal, que hay emociones no permitidas o que deben ser escondidas. 

Padres e hijos. Fuente: iStock.

También es común escuchar la frase “eres malo”, una afirmación que reduce al niño a una conducta puntual. La psicología infantil destaca que una cosa es corregir una acción y otra muy distinta es etiquetar al niño con una característica negativa. Usar esta frase refuerza la idea de que hay algo esencialmente incorrecto en él. 

Padres e hijos. Fuente: iStock.

Por último, la frase “tú no puedes hacer eso” puede parecer protectora, pero en realidad limita el desarrollo de la confianza. Para los especialistas en crianza respetuosa, esta frase impide que el niño explore sus capacidades, fomente su autonomía y enfrente desafíos. En lugar de proteger, frena.