Test de personalidad
Dime qué forma tiene tu cabeza y te diré cuál es tu nivel de inteligencia
Estas ideas, aunque entretenidas, no tienen respaldo científico y deben ser vistas únicamente como una curiosidad histórica.La frenología, una disciplina que floreció en los siglos XVIII y XIX, sostenía que las formas y protuberancias del cráneo podían revelar características de la personalidad e incluso el nivel de inteligencia de una persona. Aunque esta práctica fue desacreditada por la ciencia, tuvo un impacto significativo en el estudio inicial de las funciones cerebrales. La idea de vincular la forma de la cabeza cráneo con habilidades o inclinaciones fascinó a muchas personas, a pesar de que los avances modernos han desmentido estas teorías.
Resultados del test
En redes sociales, han resurgido tests inspirados en los principios de la frenología, donde se interpretan las formas de la cabeza como una manera lúdica de explorar aspectos de la personalidad. Según estas pruebas, características como una frente amplia podrían estar asociadas con inteligencias superiores, mientras que las protuberancias cerca de las orejas se relacionarían con actitudes más impulsivas.
Una de las formas de cabeza más comentadas en estos tests es la ancha, a la que se le atribuye la capacidad de establecer relaciones sólidas y ser leal con quienes lo rodean. También se menciona la alta, asociada con personas filosóficas o espirituales, y la alargada hacia atrás, que se relaciona con individuos determinados y con gran capacidad para superar dificultades.

Fuente: Canva / Producción Terra.
Otro ejemplo es la cabeza prominente en la frente, que según la frenología indicaría un razonamiento lógico destacado, aunque actualmente se sabe que estas características no tienen ninguna conexión con la inteligencia. También se hablaba de que las protuberancias frontales eran un signo de inclinación hacia lo artístico y lo creativo, mientras que un cráneo bajo y plano en la parte superior se vinculaba con personas que no mostraban interés en lo espiritual ni ambición por progresar.

La creencia de que el tamaño o la forma de la cabeza determina el intelecto fue descartada en el siglo XX, de hecho, investigadoras desmintieron estas ideas a través de estudios que demostraron la inexistencia de una relación directa entre la capacidad craneal y la inteligencia. Su trabajo reveló que tanto hombres como mujeres con cráneos pequeños podían sobresalir en campos académicos y científicos, destacando que la inteligencia depende de factores como la genética, la educación y las conexiones cerebrales más que de características físicas.