Estas son algunas de las preguntas más tontas que debes dejar de hacer a tus amigos LGBTQ+

El mundo está tratando de convertirse en un lugar más inclusivo donde todas las personas, independientemente de su género, raza, casta, orientación sexual, color de piel y creencias religiosas, puedan vivir juntas en armonía. De todas estas categorías, las personas de diferentes orientaciones sexuales enfrentan dificultades y luchas a diario.

A pesar de que la comunidad LGBTQ+ es más activa que nunca, todavía no han logrado encontrar un lugar en el corazón de todos.

Una de las principales razones detrás de esto es la ignorancia de la sociedad en su conjunto hacia aquellos que no son “normales”, ya que vivimos en un machismo intelectual producto de miles de años de historia, y si bien no es tu culpa, si es tu responsabilidad dar un vuelco a ello.

Además, muchos de los que dicen ser amigos de las personas de la comunidad LGBTQ+, a veces les hacen preguntas absurdas. He aquí un vistazo a algunas de las preguntas más tontas e insoportables que tienen que padecer muchas personas. Si alguna vez las hiciste... deja de hacerlas.

1. Para los homosexuales: ¿Quién es el chico / chica de la relación?

Si le estás haciendo esta pregunta a un amigo LGBTQ+, no has entendido mucho. La respuesta a esto es que no hay un chico o una chica en la relación. Las relaciones no se basan en una dualidad de roles, ya que muchas veces una pareja está libre de estos cimientos.

Las parejas homosexuales comparten la vida por igual. De eso se trata una relación igualitaria, independientemente del género. Haces estas preguntas porque tienes una imagen fija de quién "paga las facturas" y quién "prepara la cena", como si eso fuera una asignación de género, cuando no lo es.

2. Para los bisexuales: Entonces, ¿aún no has elegido un bando?

Las personas que son bisexuales a menudo reciben esta pregunta. Sin embargo, la bisexualidad es una orientación perfectamente válida por sí sola.

No es una fase ni depende de con quién esté saliendo esa persona. Algunas personas usarán esta orientación como un trampolín en su viaje de autodescubrimiento, pero no las generalices.

3. ¿Cómo reaccionaron tus padres?

La mayoría de las veces, las personas no hacen esta pregunta porque estén preocupadas por el bienestar emocional del individuo. Preguntan porque tienen curiosidad. Además, es posible que les pida que revivan una experiencia profundamente traumática en beneficio de su curiosidad.

Esta pregunta jamás se la haríamos a nuestros amigos cisgénero. ¿Qué sentido tiene en cualquier caso saber de la privacidad y de los momentos difíciles de nuestras amistades?

4. A los asexuales: ¿eres célibe?

La respuesta a esto es un "no" directo. La mayoría de las veces, el celibato es una elección que tiene razones religiosas o morales. Además, no es necesario que los célibes no sientan necesidades sexuales. Eligen no hacer nada al respecto. Esto no es el caso de la asexualidad, es una experiencia vivida en la que una persona no siente atracción ni deseo sexual.

5. A las lesbianas: ¿Te lastimó un hombre?

Sí, puede ser que un hombre haya lastimado a una lesbiana, como a mucha gente. Pero ella no es lesbiana por los sentimientos de algún hombre. Esta es una pregunta muy cerrada y miope, además presupone que la sexualidad es producto de un trauma, o algo parecido, cosa que no puede ser menos real.

6.- A las personas Transexuales: ¿Cuál es tu nombre real?

 Formular la pregunta refiriéndose al nombre de nacimiento de una persona como su nombre "real" invalida el nombre elegido.

Afortunadamente hoy se puede utilizar el nombre social inclusive cuando aún no se ha cambiado legalmente el nombre registral. Tal como señala Constanza Valdés en el sitio web de la Organización Trans Diversidades (OTD): "El nombre social de las personas trans se vincula directamente con la identidad de género de éstas, y es aquí donde debemos encontrar la solución a la legalidad del uso del nombre social".

Conclusión:

Si bien vivimos en una sociedad que está en proceso de cambio, hay que tener en cuenta que debemos adaptarnos rápidamente para que todas las personas, sin ningún tipo de discriminación, sean tratadas como corresponde.

No es una amabilidad el tratar a los demás como se merecen, sino que es una responsabilidad social que tenemos todos, la de informarnos y aprender a convivir como corresponde. 

Probablemente nuestras futuras generaciones van a integrar positivamente las diferencias entre seres humanos, y eso va a ocurrir tanto más rápido si aprendemos a no hacer preguntas incómodas y, en su lugar, a trabajar en el aprendizaje personal para cimentar una sociedad más participativa y en la que nuestra gran unidad sea, precisamente, el conjunto de nuestras diferencias.