Coronavirus

Conductas que deberían quedar obsoletas después del Coronavirus

Nuestra vulnerabilidad ante los virus ha dejado en evidencia que nuestras conductas sociales sólo propician el contagio de esta pandemia. Lamentablemente, son muchos los científicos que señalan que esta no será la última, por lo que hay conductas que, claramente, debemos cambiar.
miércoles, 1 de julio de 2020 · 13:53

Las grandes epidemias del siglo XIV, principalmente la peste negra, pero también otras como la lepra, la malaria, el cólera o el tifus, contribuyeron al desarrollo de la prevención sanitaria. Hoy, cuando nos encontramos azotados por esta nueva pandemia mundial, no podemos quedarnos atrás en el aprendizaje que debemos adquirir como humanidad; sobre todo y considerando lo que señalan los especialistas sobre nuestra convivencia con nuevos virus producto de que seguimos explotando nuestro planeta e invadiendo territorios donde no habíamos llegado antes.

En esta materia, algunas de las lecciones que debemos aprender es que hay muchas conductas que debieran quedar completamente obsoletas para optimizar nuestra salud de forma cotidiana y prevenir futuros contagios.

Acá te dejamos las que nos parecen más relevantes:

Buffets

Tanto en hoteles como en cruceros y otras circunstancias de recreación como restaurantes, existía la lógica del buffet. Una amplia gana de alimentos cocinados de autoservicio en una línea. Pero, si te das cuenta, las pinzas e implementos para tomar los alimentos y llevarlos al plato eran comunes. Cientos de manos tomaban las mismas pinzas o cucharones y quedaban en las bandejas de los alimentos que entran directamente a nuestro cuerpo. Si lo piensas, es el caldo de cultivo perfecto. 

Imagen referencial de archivo/Buffet/Pixabay/Gundula Vogel

Apretón de manos.

Uno de los mensajes que han sido constantes y casi recalcitrantes en esta pandemia es la insistencia de lavarse las manos con jabón por varios segundos (unos dicen que 20, otros dicen que 40). Ocurre que con ellas nos tocamos todas nuestras cavidades y tienen contacto con todos nuestros fluidos y, al darnos la mano, transferimos virus y bacterias en ese solo gesto. Quizás deberíamos ser como los chinos y japoneses y saludarnos a distancia con una pequeña reverencia o quizás buscar un saludo al estilo Vulcano como en star treck. Lo que sea que decidas va a estar bien mientras mantengas tu distancia.

¡Choca esos cinco!

Los cinco altos tuvieron una buena racha. Su origen data de 1977, y fue un invento improvisado de los compañeros de equipo de Los Angeles Dodger, Glenn Burke y Dusty Baker después de un jonrón. Sin embargo y, a pesar de que el contacto es de un segundo, no es una buena idea. El traspaso de virus y bacterias, sobre todo cuando estás haciendo deportes puede ser altísimo ya que en la transpiración natural de la actividad física también hay elementos contaminantes que te pueden infectar o que pueden infectar a otros.

Muestras de alimentos

Una de las cosas lindas de los supermercados un domingo por la mañana eran las muestras de alimentos. Una promotora con una bandeja llena de quesitos, jamones, vasitos con yogurt y todo un cuanto hay eran la forma ideal de conocer un producto para luego animarte a comprarlo (o no). Pero eso debiera ya ser cosa del pasado. Lo cierto es que esa proximidad de manos y desechos en un tarro próximo a la bandeja de muestra (o los palitos y vasos en las góndolas de comida) son una forma de exponernos a los virus y bacterias completamente innecesario.

¿Un mate?

Una de las tradiciones arraigadas en el sur de Chile es el mate. Después de almuerzo, para el frío, para conversar, etc. Sin embargo esa costumbre de compartir la bombilla, que muchas veces vimos como muestra de camaradería o cariño, tiene que quedar en el pasado. La saliva que queda en el metal de la pajilla puede ser la vía por la cual podrías contraer, no sólo el coronavirus, sino también otras enfermedades. Así que es mejor que tengas tu propia bombilla y te limites a utilizar exclusivamente esa. Ni hablar de compartirla.

Yerba mate/Pixabay/Juan Pablo Jaure

¿Bendita enfermedad?

Las pilas de agua bendita son un clásico para la gente que profesa la fe católica y se encuentran presentes en capillas, así como en catedrales. No es nada extraño ver a personas entrando a los templos, metiendo sus manos en las piletas y haciendo la señal de la cruz en sus frentes o en sus caras. Pero es sabido que el agua estancada es un paraíso para los microorganismos y pueden vivir cómodamente en ella durante mucho tiempo. Dicen que la fe mueve montañas, pero en este caso, también puede mover enfermedades contagiosas, entonces es mejor que dirijas tu fe hacia el sagrario pero que te mantengas lejos de las piletas de agua bendita. Mejor aún si quedan en el pasado.

Pila de agua bendita/Pixabay/Thomas B

Oficinas

Una de las lecciones adquiridas de esta pandemia es que la tecnología nos permite hoy trabajar a distancia. Es verdad que hay muchos oficios y profesiones que son exclusivamente en terreno, en salas quirúrgicas o sitios del suceso por nombrar sólo algunas; sin embargo, hay miles de trabajos que se pueden desarrollar desde casa. Esos trabajos al ser realizados de forma remota y al no requerir de asistir presencial a un espacio físico, para el trabajador optimiza tiempos (al no haber tiempos designados al desplazamiento), descongestiona el tránsito en las horas punta, tiene menos estrés, se gasta menos en comida y bebida, puedes escuchar tu propia música y ocupar tu baño. Para el empleador, optimiza costos al no tener que pagar el arriendo de una oficina, equipos, no pagar luz, agua, etc. Debiéramos aprender que la asistencia obligatoria a un espacio de trabajo debiera ocurrir sólo cuando es imprescindible ya que los espacios comunes sólo potencian el entrecruzamiento de enfermedades, incluso gastrointestinales por compartir lugares tan privados como el baño.

 

Deportes de contacto

El boxeo, la lucha libre, el fútbol americano; todos los deportes de contacto permiten la transferencia de virus y bacterias. Sudor, y saliva por doquier. Muchas veces sangre. Todos, fluidos llenos de vida propia que puede hospedarse en otros cuerpos y causar estragos. Es algo que debiera replantearse; sin embargo esto es menos probable porque sabemos de antemano que hay mucho dinero involucrado como para que se suspendan y mueven pasiones. Pero, en el futuro, los niños de hoy van a estar más conscientes de la forma en que se transmiten las enfermedades y seguramente habrán menos candidatos dispuestos a exponerse a contagios en pro del deporte.

Lucha/Pixabay/Herbert Aust

¿Juguemos a la botella?

¿Quién no jugó en la adolescencia (y a veces antes) al juego de la botella? un clásico para repartir besos entre amigos cuando la personalidad no alcanzaba para declararse. Sin embargo, hoy estamos más expuestos a contagiarnos con virus cada vez más agresivos y algo que, en principio no era más que un pasatiempo que involucraba una tormenta de hormonas, hoy puede ser un problemazo. Vamos a tener que enseñarle a nuestros hijos a elegir con pinzas a la gente con la que queremos relacionarnos de forma física e íntima. Más aún de forma sexual. Aunque el VIH, pandemia que ya nos acompaña hace demasiados años, no ha sido un incentivo suficiente para que aprendamos a cuidarnos, el aparecimiento de estas nuevas cepas víricas quizás nos hagan tomar "caldo de cabeza" y comencemos a ser más selectivos o exigentes con las otredades ya que pueden representar un riesgo para nuestra integridad física.

Beso/Pixabay/Free-Photos

En Chile, si bien no somos como los caribeños, de andar tocándonos constantemente y con la sensualidad a flor de piel, lo cierto es que estamos acostumbrados a abrazarnos en el saludo; a besarnos en la mejilla, a compartir los vasos y botellas de las que estamos bebiendo, etc. pero estas conductas, claramente no son ópitimas en materia sanitaria. Tenemos que estar claros de que, el consumo excesivo y a destajo de antibióticos que venden en el negocio de la esquina nos han llevado al despeñadero sanitario generando virus que "ya están acostumbrados" -a la amoxicilina, por ejemplo- y se han vuelto más resistentes. 

Sabemos que nuestro sistema público de salud es pésimo y está sobre exigido y que "aquí lo que menos vale es el alma humana" como dice la canción. Pero además, con el coronavirus hemos aprendido que constantemente aparecen nuevas cepas de virus cuyo origen se encuentra en animales de granja, como el cerdo (la gripe porcina por ejemplo y las variantes que están apareciendo) o los pollos (como la gripe aviar); pero también en animales que se encuentran en territorios que estamos depredando y donde nunca habíamos llegado antes por causa de la sobrepoblación (murciélagos, por ejemplo) y nuestro sistema inmune no reconoce estos nuevos virus, por lo tanto, estamos completamente expuestos e indefensos a ellos. 

Esta crisis sanitaria no sólo es una amenaza para nuestra salud, sino también para nuestra economía y ya veremos los impactos que estamos recién comenzando a resentir (como es la cesantía y el hambre) y no sabemos hasta dónde llegará el alcance de todo esto. Lo único que tenemos claro es que la experiencia ha sido un verdadero trauma masivo y que debemos evitar a toda costa que un episodio así se repita en el futuro.

Así que ¡a cuidarse!