Crónica

¿Por qué nos gusta tanto Santaferia?

Con 16 años de trayectoria, Santaferia es mucho más que un grupo santiaguino de cumbia. Es sin duda, uno de los nombres que brillan en el podio de los que constituyen la actual banda sonora de Chile.
miércoles, 17 de agosto de 2022 · 14:53

En 2006 se juntaron ‘carreteando', como un juego. Hacer una banda no es el sueño de pocos, sin embargo, en 2016 y a pesar de las aprehensiones naturales Santaferia celebraba sus 10 años en el Movistar Arena, siendo una de las pocas bandas nacionales que pueden llenar este escenario. Con su recién salido LP de Haciendo nada calientito bajo el brazo, Santaferia ya era la banda atómica y consagrada que seguiría imparable, como una fuerza de la naturaleza, hasta el día de hoy.

Poco después, en 2017 salió el disco En el ojo del huracán donde apareció El gil de tu ex, quizás una de las creaciones más insignes de Santaferia, que tocaría una vez más el corazón de la hinchada del movimiento cumbiero, además de las notables colaboraciones con otros inmensos de la música chilena como Illapu y Portavoz.

Un año más tarde Santaferia se reconsagra en el Festival del huaso de Olmué, siendo la primera vez que aparecen en TV abierta, pero es su viaje a Los Ángeles, California, donde grabaron el cover de Red red wine y Algún día volverás, otro de los temas emblemáticos de “la cumbia casera”, lo que corona al 2018 como un año redondo.

A pesar del ascenso interestelar del huracán bailable, de haber estado en Olmué el año anterior y de ser la banda más escuchada en Spotify, para el 2019 todavía no habían sido considerados para engalanar el Festival de Viña

Sin embargo, para diciembre habían demostrado que no necesitaban el Festival ni a los canales tradicionales para llenar la Quinta Vergara, hazaña que repitieron el 30 de abril del 2022 para realizar un álbum en vivo que ya está disponible en la plataforma musical de streaming.

Además, este año también sacaron los sencillos “Mis Muertos”, “Se me pasó” y el más reciente: “Como duele”. Según yo: una verdadera joya.

Mauro Lira, Guitarrista de Santaferia en La Maestra Vida/Foto Arturo Ledezma

A mi juicio, a Santaferia se le quiere, se le respeta y se le va a ver cada vez que se puede, como a Cecilia, Juan Anonio Labra, Los Jaivas, Los Búnkers, Los Miserables, Los Tres, Los Prisioneros, Pablo Chill-E, por nombrar algunos.

He tenido la suerte de verlos en varias ciudades (Valpo, Quilpué, Santiago, Yungay) en festivales, teatros, bares, manifestaciones y protestas por nombrar algunos escenarios y sólo puedo decir que al “Igual que Gilda, yo no me arrepiento de este amor”.

Santaferia íntimo

La tarde del 11 de agosto mi amigo Nick Calaveras me cuenta que Santaferia va a estar en La Maestra Vida. En mis oídos fue como juntar humitas con azúcar y tomate: una explosión de felicidad. Fuimos.

Llegamos antes de que comenzara el último show en la última de las 3 noches (9, 10 y 11 de agosto) que se presentaron. Como era de esperarse, estaba lleno. 

Con suerte y algo de astucia logré arrimarme a la escalera del salón de la izquierda. El segundo peldaño me permitía una guapa panorámica a ¾ de escenario, ya que se me perdía el extremo izquierdo producto de la perspectiva y la distancia.

Marjorie Cerón en La Maestra Vida/Foto: Arturo Ledezma

Ese era mi principal entusiasmo: hace tiempo que no veía a Santaferia tan de cerca y, no se a ti, pero a mí me pasa que viéndolos, siento que proyectan buena onda, pertenencia, confianza, felicidad. Verlos es una falopa de alegría y la alegría no anda precisamente en abundancia.

Para mi sorpresa, el Show comenzó el "Pollo" presentando a Marjorie Cerón, más conocida como “La mamá violinista’. 

De la existencia de Marjorie me enteré en el Movistar Arena ya que fue la ganadora del concurso “Artista callejero” cuya premiación se realizó el 16 de julio en La Gran Noche de La Corazón. Su historia conmovió a los asistentes y se lució interpretando Loca de Chico Trujillo. Esa misma noche Santaferia cerró el espectáculo y no me pareció descabellado imaginar que se conocieron en ese evento.

Marjorie Cerón conquistó el público de los asistentes en La Maestra Vida/Foto: Arturo Ledezma

Ese es el tipo de gestos que hacen que a uno se le ponga “el corazón blandito” y el público hizo el apañe, coreando las canciones que interpretó Marjorie con pasión y ternura. Hasta que sonó la alerta de huracán. 

Se escuchan los primeros acordes: en un segundo los pelos de los brazos se me erizan, los músculos se tensan, los puños se cierran, índice y pulgar se estiran en pistola, las rodillas se flectan un poco y en un santiamén ya estoy en posición de cumbia.

Pasaron Como duele, El gil de tu ex, vamos a la boti, Yo canto a la diferencia, Le traigo cumbia, Sákate uno, Locura y pasión. La espalda mojada, los pantalones pegados al cuerpo, los ojos cerrados. La Maestra canta: 

“Las cumbieras y los cumbieros 
que quieran cumbiar con descontrol 
que levanten la mano"

De pronto y al otro lado del salón aparece la cara de un amigo actor que estaba también en la casa. Allá partí a saludar. Tardé toda la canción “Haciendo nada” en cruzar los escasos metros de ancho que tiene el espacio que contiene el escenario. Lindo reencontrarnos después de tanto tiempo al calor de Santaferia. Bailando.

De pronto vi a Nick que estaba en la escala que conduce al escenario. De lejos me llamó con señas para que ocupara el espacio en un peldaño que, con cariño, se preocupó de reservar. 

Él es el connotado Dj Nick Calaveras, además de ser el responsable de que todo esto sucediera /Foto: Arturo Ledezma

Las últimas 5 canciones las pasé prácticamente en el escenario con la banda, en una situación de privilegio cósmico y lo entendí todo: El show no es puro show. 

Esta gente de verdad se quiere. Es real que la complicidad vibra en cada nota. Operan como un equipo que se conoce tanto que son capaces de anticiparse al otro en esa entrega que se da entre personas que van a la batalla y vuelven hermanos. 

En ese trance vi Morena esperanza donde apareció mágicamente un caporal que ya se lo quisiera el Bafochi. También miembro del equipo, por supuesto, pero su participación pareció algo más espontáneo que preparado.

Verlos funcionar de cerca fue como mirar a un buen equipo de fútbol, a un lado de la cancha: dan ganas de jugar, aunque uno no le de chutes ni a las piedras.
 

Santaferia es la cumbia

Santaferia en La Maestra Vida/Foto: Arturo Ledezma

Sin querer aventurar una generalización ni tener una verdad, creo que no es casualidad que el primer hitazo de la banda haya sido Sakate 1. Santaferia no le quita el poto a la jeringa con sus letras y van al choque en materia de problemáticas sociales, de la salud, de la educación, del consumo de marihuana, del despecho, de la pasión. Cantan como hablan y hablan como uno. No se han travestido del éxito que están cosechando y a pesar de aquello, de las luces y los grandes escenarios, mantienen esa esencia de proyecto familiar, cercano, que se quiere y se cuida, porque además de pasarlo bien, es la fuente de trabajo y eso se respeta. 

Diego Muñoz de Santaferia, tocando en La Maestra Vida
Diego Muñoz, Saxofonista barítono en Santaferia/Foto: Arturo Ledezma

Pero no es sólo eso. También tiene algo que ver con lo que proyectan. Cada vez que tuve la fortuna de verlos quedé con la misma sensación de “corazón lleno”; de pilas recargadas, de descanso incluso después de haber bailado a lo maldita. Pero esa euforia no es solo mía ya que la buena onda invade incluso el exterior de los espacios en que se presentan, donde la gente sale intercambiando presentes, besos y risas.

Alonso
 Santaferia tocando en La Maestra Vida/Foto: Arturo Ledezma

Sin embargo, hay otra cosa. Quizás tiene que ver con el poder interpretar el sentimiento de una generación a la que le ha tocado vivir tiempos interesantes, pero que no cuenta de forma igualitaria con las herramientas para deconstruir aquello que aprendió y Santaferia ofrece una experiencia de catarsis, una salvación del ahogo que provoca el individualismo y nos entrega códigos comunes. 

Santaferia es tan popular que se ha transformado en algo que nos une y eso es revolucionario.

Pero además, ocurre que con Santaferia uno puede bailar con la entera confianza de que nadie te va a ver haciendo el ridículo y perdiendo hasta la dignidad en un canto apasionado ya que al observar al público, la gran mayoría se encuentra en el mismo trance: cantando como si cada uno fuera el que está en el escenario, saltando junto al Pollo, a Yoyo, a Mauro, Ariel, Richi y el resto de la crew.

Mauricio Lira de Santaferia en La Maestra Vida
Mauro Lira tocando la guitarra con el público en la Maestra Vida/Foto: Arturo Ledezma 

Una vez terminado el show, con aplauso cerrado subieron al Backstage. 

En un movimiento surrealista y una vez más gracias a Nick, pude subir también y participar por un momento de la intimidad maravillosa de las felicitaciones compartidas. A la salida, de souvenir, me regalaron la lista de las canciones que tocaron. 

El público, agradecido por tanto, ni siquiera pidió otra en la certeza de que la banda lo dio todo. 

Luego del paso del huracán, me perdí en Santiago tarareando "... yo sé bien qué camino hay qué tomar. Son mis pies los que deben aguantar."
 

*Fotos de Arturo Ledezma

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